Uno de los mejores cumplidos de mi vida ha sido que un cliente me abrace y me diga con los ojos empañados “Gracias, nosotros te dimos un departamento para equipar, pero vos nos devolviste en cambio un HOGAR”
Son la clase de cosas que suceden cuanto uno es capaz de realmente empaparse en el otro. En sus gustos. En sus pasiones. En su vida. En sus sueños. Este departamento en una de las mas lindas torres de Punta del Este a pasos del mar no es enorme, es lo justo. Pero es el refugio y la escapada de todo el año. Es las miles de reuniones con la casa llena de amigos, y cocinar con amor para agasajarlos. Son los mil viajes hechos en pareja y en familia, como los hechos con amigos. Son los años de matrimonio, los hijos, los amigos de los hijos y la vida que rueda en ciclos que no acaban.
Los papeles dan textura en las paredes contando mil historias vividas y compartidas. Pequeñas piezas de todo el mundo cuentan el camino recorrido como cómplices testigos que susurran hermosos recuerdos. Una paleta de colores envolvente, notas de acento y carácter aquí y allá. Espacios bien pensados para que cada uno tenga su rincón en cualquier momento y escenario de la vida diaria. Una cocina mega equipada porque una de las pasiones es cocinar y agasajar a los amigos y la familia.
Textiles que abrazan, muebles a medida, aromas que despiertan los sentidos. Casi como un pequeño SPA en el propio hogar. Una iluminación que permite diferentes momentos de acuerdo a la ocasión que por aquellos años nos iba introduciendo en el mundo de las luminarias LED que hoy ya es normal, pero entonces era la máxima innovación.
